23 de julio de 2007

la mala fama de ana matias








Siempre, desde niña, he sentido la necesidad de retratar.Mis hermanas, primos, perros y amigos,pasaban sumisos y algo hipnotizados bajo la feroz tiranía de mis lápices.Escondida detrás de mi cuaderno,miraba, intuía e intentaba atrapar torpemente fragmentos de lo que ya entonces reconocía como mi pequeño mundo.
Muchos años despues, cuando estaba estudiando Bellas Artes,conocí un domingo en el rastro a un corazón atravesado por un puñal, Alberto,y escuché el tremendo sonido del obturador de su cámara atronando por encima de los tambores de la Bobia,deteniendo el paso del tiempo.
Estaba presenciando otra manera de retratar, pero aún no lo sabía....
Mas tarde vinieron noches de tequila y confesiones,días interminables pero a la vez brevísimos, unos años magníficos en los que los proyectos se cumplían tan rapidamente, que se superponían unos a otros.
El Canto de la Tripulación hizo recalar en el estudio de Alberto a toda una serie de febriles marineros exultantes de ideas y de ganas de aventuras.Todo parecía posible.En realidad era posible,porque cuando los ojos del capitán se incendiaban y decían ¡vamos¡ ya no había vuelta atrás. Aquel corazón tan grande y tan salvaje ponía en marcha, latiendo, a una tripulación entera.